MONET |
Fíjate
en esa flor, tan frágil, tan erguida, con ese perfume y esa cadencia que la
hace única. Está aquí para alegrar tu vida, es imposible ignorarla si te cruzas
con ella, imposible resistirse a sus encantos.
Con su
presencia despierta tu amor, instintivamente la amas por ese pequeño instante
de placer que te regala. Es apenas perceptible, ni siquiera has tenido tiempo
de analizar ese impulso, pero sientes algo que te calma, un parentesco común te
asocia a ella.
Tan
bello ha sido el instante que deseas prolongarlo, ella lo sabe, no se defiende,
se presta sumisa a ser cortada para satisfacer tu ilusión.
Su
belleza efímera sucumbe ante tu deseo; una vez marchita nadie se percatará de
su presencia ni despertará el amor.
Otras
flores la prolongaran, y el aire se llenará de eternidades.
Escucha
ese canto, ese trinar de aves que entonan el amanecer. Renuevan las estaciones
con su idioma peregrino, volando de rama en rama, libando la gratitud del
tiempo entre los grumos de tierra.
Le
cantan a la vida, al sol y a la lluvia, al frío invierno y al caluroso verano.
Sólo en la oscuridad cesaran sus trinos, al cobijo de la noche cerraran sus
alas. Nada les preocupa, nada les altera.
Pobre
pájaro enjaulado. Su protección es su cárcel, ser liberado su muerte.
Mira
esa nube, si, esa que pasa ahora mismo sobre tu cabeza. Se crece y esponja, se
deshilacha como un algodón desprendido de su flor. Se espeja sobre la mar
sinuosa y femenina, oscurece la montaña y juega a ocultar el sol.
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Sola es
un adorno sobre un fondo azul; un presagio de bienes cuando todo el cielo es
una nube. Nace y muere millones de
veces, cambia de lugar y tiempo; incansable se vierte sobre la vida y la vida
la eleva con la ayuda del sol.
No
huelen ni cantan, pero abren semillas.
Y esa
piedra, tan piedra, igual a millones de piedras, tan dura, tan quieta, tan
inservible y pesada. Te has tropezado con ella y la has mirado desafiante. Ella
estaba allí, tú no te has percatado.
Es solo
sustancia mineral, apta para varios usos. Puede ser volcánica o angular,
formarse en un riñón o ser piedra preciosa.
Puede
ser la piedra que se tira para dañar y esconder la mano; puede ser piedra que produce chispa, pero difícilmente
será piedra filosofal.
Pero
esa, con la que has tropezado es solo una piedra más, vulgar y corriente, como
el resto de piedras que juntas, forman una dura y compacta corteza terrestre.
Bajo
las piedras se cobijarán los huesos, cuando tú y yo detengamos el tiempo.
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Escucha
ese viento. Ese movimiento aéreo que esparce las semillas y sacude los árboles
renovando sus hojas.
Invisible
jadeo que mece las olas, pregonando silbidos, doblegando juncos, renovando
polvos, inquietando noches, acechando puertas.
Planea
en el tiempo indolente y sabio; en las historias suele ser el invitado que acentúa
el miedo, sacude tormentas, aviva el fuego, aletea en las aves, retuerce
troncos, moldea dunas.
Nómada
incansable, aventurero indomable.
En los
vientos placidos, brisas serenas; las respuestas están en el viento.
Mira tú
alma, tan frágil, tan única. Su belleza nunca se marchitará y despertará el
amor de todas las almas que encuentres en tu camino.
Escucha
su canto en la luz del sol, su recogimiento en la oscuridad, su peregrinaje por
la vida; ninguna jaula podrá apresarla, ninguna muerte podrá abatirla.
Mira
como trasciende bajo un fondo azul, como se nutre de las profundidades, como se
sucede a si misma después de sembrar semillas.
Mira tu
alma, piedra preciosa; piedra filosofal
oculta al mundo, a la vista solo de aquellos que sondean en las cavernas de la misma
vida.
Libre
como el viento que aviva los fuegos, amor que mueve montañas, semilla que cae
en terreno fértil.
Vuela.
3 comentarios:
hola Genetticca, toda la naturaleza está en tu escrito, su armonía de conjunto y la belleza asociada a nuestra emoción al verla.
es un mundo silencioso que se derrama en el color, saludos amiga
Preciosas imágenes de Monet y precioso tu texto, amiga.
Un besote, querida Gene
Que maravilla Gen, los colores hacen un paisaje para el alma, un abrazo feliz,
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