GUAYASAMIN-ÓLEO |
Cuando
la vida se empeña en sobrevivir cargando con todas las consecuencias que a
veces la hacen insostenible, es cuando las cosas vivas adquieren su mayor
belleza.
La vida
es la única palabra que lo contiene todo, que escenifica el universo en toda su grandiosidad. La vida se
incuba en sí misma, se continúa en su constante empeño, se magnifica en su exuberante
creación.
La vida
rezuma amor por todas sus constantes, es el índice, el compendio, el total del
todo.
Duele,
casi siempre duele, porque en su composición el dolor la revaloriza. El dolor
de la vida se excreta a través de sus moradores, seres activos cuya movilidad
supone el esfuerzo de sostener la vida para continuarla, aun a costa del dolor
más intenso, del esfuerzo más inhumano,
de la constancia más relativa.
Vivir
es estar, ser, respirar, existir en un universo generador de vida; digerir el
tiempo mientras lo poseemos, cargar con todas las consecuencias que supone el
milagro de estar vivos.
Vivir,
encadenados a la propia vida, admitiendo el miedo a perderla, soportando las
inclemencias y las contrariedades, evaporando la esencia que nos compone.
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Vivir,
combatiendo las plagas de la sociedad, resistiendo la intemperie de los malos tiempos, creciendo y menguando,
sobrellevando el peso como si de una virtud se tratase, debatiendo con los sueños,
afinando las notas de los desacuerdos.
Nacer,
sin haberlo previsto, abrir los ojos sin reconocer la luz, reclamando energía
para permanecer. Nacer con el gen de la muerte, aceptando el reto de vida sin
fecha ni tiempo, respirar la materia y alimentarnos de ella; nacer sin nada
ambicionándolo todo.
La
vida, en su composición, contiene todos los desperfectos que la hacen perfecta,
sorprende y decepciona, según el diseño con que la idealizamos; carece de aquello que no somos
capaces de ver y regala todo cuanto tiene, si no la analizamos.
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La vida
nació de un acto de amor, tal vez fue primero el amor y después la vida,
deseando sentirse amada. El amor es el antídoto del dolor, la experiencia más
relevante, la razón del movimiento, la esencia de la unidad, la definición
consciente de la consciencia.
La vida
trasciende a la muerte, engendrando más vida. La vida no cansa ni descansa,
permanece activa aun cuando parece matarnos.
Todo
seguirá existiendo, aun después de desprendernos de nuestra porción de vida.
Todo sobrevivirá aun después de nuestro apocalipsis, porque somos únicamente un
espasmo en la inmensidad, un momento en el tiempo, una experiencia que se
renueva en las estrellas integrándose en la eternidad.
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