DIEGO RIVERA |
Las dictaduras se sostienen por defecto-efecto de la
ignorancia. Cuando son derrotadas, no se resignan, se mantienen a la
espera de su resurrección, conocedoras del intelecto deficiente que
predomina en todos los lugares del planeta.
Un dictador nunca duerme, sigue manipulando las
neuronas mas desnutridas desde su mentalidad de enfermo
omnipotente, conocedor del sistema operativo predominante, calculando
y midiendo el mejor momento para salir de nuevo a escena.
Un dictador es un analfabeto de la propia vida, que
estima ésta como un método para someter bajo su propio
analfabetismo.
Un dictador se disfraza de democracia para poder
interferir en sus cimientos, debilitando poco a poco su
estructura para recobrar la confianza de aquellos a quienes
previamente han ido desmoralizando con sus ataques de miedo, sus
promesas de vida eterna, sus premios y castigos de ultratumba.
El miedo es inyectado disimuladamente, acelerando los
mecanismos de opresión, recuperando viejos ideales del desván de
los trastos viejos; se impone un orden desordenado que ordena el modo
de vivir a todos aquellos que aun no han despertado a su propia vida.
Se opera discretamente en confabulación con todos los dictadores
esparcidos por el planeta, a la espera de su reconocida identidad
como único medio de subsistir bajo una disciplina dominante, que
asegura una mejor manipulación de las masas con fines pacíficos y
en el nombre de dios.
DIEGO RIVERA |
Desgraciadamente son muchos más, los más
incapacitados para ver, que los capacitados en discernir.
Por desgracia el cultivo de la ignorancia se mantiene
sus constantes desde los tronos a los púlpitos, desde la miseria a
la esperanza. Es muy fácil sobornar a quien nada tiene y todo lo
espera, es muy fácil dejarse dirigir a cambio de eludir el trabajo
de pensar por uno mismo.
Así que actualmente las quejas son un simple lamento
que se extingue como un trueno después de la luminosidad del rayo.
Nos están invadiendo y no vemos el invasor, nos están atemorizando
poco apoco, desnutriendo nuestro potencial de lucha, cambiando
guerreros por vasallos, retrocediendo hacia donde siempre estuvimos,
sin ser conscientes de ello.
Nos atemorizan con crisis, nos desnutren de
sabiduría; nos calientan el cuerpo con agresiones morales y nos
recetan dosis de paciencia.
Ellos saben muy bien quienes somos, que carencias
tenemos, que debilidades acusamos, que ignorancia cultivamos. Ellos
son los profesionales de la masificación, los caudillos redentores,
los que aspiran a la inmortalidad a través de sus crímenes y
fechorías.
DIEGO RIVERA |
Son líderes que construyen dioses y en su
nombre nos arrebatan la vida, son insaciables máquinas de
reproducción cuya finalidad es la permanencia de su genética,
son estatutos que no permiten la entrada de nuevas ideas, de posibles
grietas por donde penetre un ápice de luz.
Nos exigen a cambio de paz, nos arrebatan a cambio de
cruz.
Hoy nos hablan de recesión, de sustracción de
aquellos bienes que nos hemos ganado a pulso. Más tarde nos indican
el modo de sustentar la calma previniendo la revolución con amenazas
y represalias. Sacan sus nuevas leyes en tiempos de fútbol,
olimpiadas, vacaciones, para distraernos del problema que se avecina.
Dicen que el problema fue causado por la oposición,
para que confiemos en ellos, que a su vez, fueron el cebo que atrajo
la abundancia para seducirnos con la facilidad y el préstamo.
Nos embargan las viviendas y rebajan nuestros
sueldos. Limitan la sanidad y la cultura, refuerzan el miedo a base
de estrategias milenarias, reponen el arsenal a la banca, con la
intención de que volvamos a embargarnos, eliminan científicos e
incrementan policías. Nos informan de los nuevos cargos militares y
como quien deja caer un suspiro, añaden que se acercan tiempos
difíciles y hay que estar prevenidos.
DIEGO RIVERA Y FRIDA KALO |
Deberíamos luchar por el cambio, por la abolición
de la opresión disfrazada de democracia, por nuestros hijos y
nietos. Deberíamos ser mucho más conscientes de todo lo que se está
cociendo en nuestra cocina sin percibir el olor, hasta que se queme
lo que se está cocinando.
Solo con la unión de todos, la fuerza, el
desmantelamiento de sus proyectos con la invasión a sus ideas;
todos, renunciando a posibles encantos, dejando un poco de nuestra
apacible modorra y enfrentándonos a la realidad. Si nos unimos, ni
el propio ejército nos abatirá.
Ellos dependen de nosotros, no a la inversa,
suspender lo que les proporcionamos es la única arma con que
contamos, cortarlos el suministro antes que nos quiten la vida. No
debemos pedir permiso para manifestarnos, es un derecho
constitucional y la constitución no se puede alterar sin consenso,
al menos eso pregonan ellos.
Si con todo cuanto estamos presenciando, si con todo lo que nos
están robando, la hipocresía , el desmantelamiento del bienestar
conseguido, las mentiras, la manipulación de nuestros derechos, si
no vemos claro, entonces es que nos merecemos esta dictadura
encubierta, donde la política y el clero están confabulados.
2 comentarios:
No, Genetticca, no eres demasiado suspicaz, ni prestas demasiado oído y atención a todo cuanto está sucediendo, ni siquiera eres una autentica visionaria cuya miopía es solo cuestión de dioptrías. Lo que eres es una persona que piensa, que piensa mucho y bien, por esto dices que la trama está muy bien urdida, que todo lo que está ocurriendo lleva tiempo macerándose. Y tanto que lleva tiempo..digamos desde antes de morir en su cama el dictador?, puede ser este el tiempo necesario para actuar de nuevo? Es asi?
Una abraçada gran
Con tu permiso, Genetticca:"Y quienes hoy pretenden que todos los asesinados fueron “inocentes” o que sólo los “inocentes” son defendibles y aun reivindicables: ¿En qué sombrío negocio consigo mismo están? ¿Quieren borrar la historia con un trapo? ¿Piensan que la dictadura era mala cuando mataba inocentes –los “excesos”– pero que hacía bien en matar a los otros? ¿Son las gentes que bajo la dictadura decían “por algo será” cuando alguien, hasta un ser querido, desaparecía? ¿Y ahora otorgan diplomas de inocencia para que ningún asesinado los moleste y puedan “condenar” a la dictadura militar en olor de legalidad?
Esa hipocresía declarada encubre una infamia sin nombre: condona el asesinato de quienes no fueron inocentes y afirma la “inocencia” del hambre, la pobreza, la explotación de millones de seres humanos, su humillación y marginalidad. Da la razón a la dictadura militar y deja amplios espacios para que la infamia persista, victoriosa”.
Gràcies.
Un petó
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