lunes, 27 de enero de 2014

CASOS Y COSAS



DIEGO RIVERA
El agua cae sin prisa sobre un paisaje gris lleno de cosas y casos; cosas existentes que desencadenan casos; inseparable aleación de entre lo inerte y lo vivo.
Las cosas son todo lo que existe, sea irreal, concreto o abstracto. Generalizadas, constituyen un amasijo común, carente de personalidad. Separadas, las cosas, reciben cada una de ellas, un nombre propio que las identifica.
Las cosas son cuerpos inanimados que proporcionan lo necesario a los seres animados que las crean, modifican y comparten; aunque a causa del desorden de las cosas,  unos seres acaparan mucho  y otros carecen de todo.
A la lluvia le trae sin cuidado donde cae. Las nubes, arrastradas por el viento, se desplazan soltando su lastre, liberando su masa corpórea sobre casos y cosas.
Las nubes obedecen sistemas climatológicos, se forman  por leyes naturales, esas leyes se muestran generosas en algunas latitudes, en otras, las mismas leyes, oprimen los casos, haciendo que las cosas prescindibles carezcan de valor ante la necesidad vital de las cosas nutritivas.
La causa; una sed insaciable; una sequía que obliga a los seres animados a desanimarse, padeciendo  esa escasez líquida que cuartea la tierra y agrieta la piel de sus moradores pegándose a los huesos, como si quisiera apagar su sed con la propia sangre.
Las cosas animadas reciben esa riqueza líquida que hace sostenibles las cosas y los casos. El cielo se esconde tras las nubes, y el sol se impacienta por absorberlas de nuevo.
Lo animado se mueve bajo la lluvia con actividad frenética. A resguardo permanece fragilidad del tiempo. La tierra absorbe el agua y ésta, desciende hasta el subsuelo en ríos oscuros, ocultos a la luz.
En su trayecto alimenta raíces y semillas, arrastrando remotos tiempos en su misma trayectoria, entumeciendo los viejos cimientos de la humanidad.




Las cosas se suceden con la monotonía de lo cotidiano. En algunos casos renacen ideas nuevas, que construyen nuevas cosas para mejorar lo caducado.
A pesar del tiempo transcurrido, de tantos millones de años acumulados, la rutina de la lluvia siempre parece nueva;  las nubes coagulan el tiempo una y otra vez, dejándose vencer por la sobrecarga vaporosa, liviana y efímera.
Los casos se intercambian, mudan, transmutan, suceden y desaparecen. Los casos son la temporalidad de lo animado. En esa temporalidad permanecen inscritos los destinos y las acciones.
En los casos se debate el valor de las cosas. Se revalorizan los sistemas y se destruyen y construyen proyectos. Las cosas suceden según los conceptos y son accionadas por los accionistas animados, contribuyendo a que lo inanimado adquiera calidad de imperecedero, finalidad que solo garantiza el presente, pues ni casos ni cosas son eternos en su contexto, tal  y como lo conocemos.
Las cosas adquieren una importancia relevante cuando contribuyen a mejorar los casos vitales de los seres animados; nada es cualquier cosa, cuando hace referencia a los derechos humanos. Ningún animado puede prescindir de las cosas más esenciales, porque son las que le permiten seguir con vida.
Cosas y casos construyen el arquetipo del universo, unión inseparable que se sustenta con la acción continua de la creación, movimiento que obliga a las cosas a permanecer unidas a los casos, sin posibilidad de divorcio.





La lluvia sigue cayendo, mientras respiro pasivamente esa mezcla de oxigeno y vapor. Me distraigo con ese pájaro en la rama del árbol, ese arroyo que se va llenando, la nube que pronto dejará de ser, el verde intenso que desprende aroma....
Observo, más que miro, esa calma invernal que lo reposa todo, esas cosas que viven mi tiempo, esos casos que comparto, el intermedio en la tarea, el ejercicio que respiro. Y nada me parece feo, todo rezuma belleza, todo posee el encanto de las cosas vivas, aun cuando inanimadas, porque todo está en mí, siendo causa y efecto de un mismo caso y un mismo origen.





2 comentarios:

maria candel dijo...

Me pareció estar viendo y sintiendo esa naturaleza que describes tan bien, el fluir de las cosas, de la vida...
Besos

Josep dijo...

Es un placer leerte, Genetticca, siempre es un placer leer cosas como el último parágrafo. Algún dia te pediré que me dejes copiar algo...
Creo que esto ya lo he dicho muchas veces, tantas como tu te has ofrecido para que me las lleve...
Una abraçada, amiga.