Estoy vacía.
Doy constancia de este
estado de gravidez pesado y monótono que me ataca de tanto en tanto,
sin saber exactamente las circunstancias que provocan esta
insuficiencia creativa que me mantiene en suspensión entre ser yo, o
descansar de mi misma.
Este es un virus sin
prescripción facultativa que ataca y vulnera la porosidad del alma,
infiltrándose calladamente, absorbiendo los jugos del numen,
paralizando todo mecanismo externo que pudiera insinuar un ápice de
actividad interna capaz de transformar lo cotidiano en excelente, lo
vulgar en poesía, las maniobras superficiales en obras de gran
tonelaje donde excretar el máximo de fluidos líquidos y sólidos
contenidos en la sangre.
Es un deterioro sin
precisión ni tiempo. Es un estar muerto a sabiendas que se está
vivo: una morbosidad consciente que degenera la parte intuitiva y la
convierte en pesadilla condicionada al poder de las indecisiones.
Una quiere y no puede; se
sustenta irracionalmente de su propia desgracia engañándose a si
misma con argumentos de folletín barato, descendiendo a los
suburbios del inconsciente ,escarbando en las mazmorras ancestrales
para encontrar un significado a tal vacío, un espacio vital donde un
extirpar las vísceras del aburrimiento y hacer con ellas una obra de
grandes dimensiones.
La autopsia no da
resultados de envenenamiento alguno. Todo parece estar en orden
ordinario y convencional; no se detecta pasivo ni activo: el asco es
un detonante que no estalla, solo inquieta.
Así pasan los días con
sus horas, sus minutos, sus segundos y sus milésimas.
Todo paralizado.
El vacío es un espacio
lleno de todo, solo hay que saber en que momento se percibe
movimiento. Se ha consumido la energía y debe recargarse. Pero la
espera es pasiva no se acepta, inquieta y exige reposo.
No es la primera vez que
esto me ocurre y sospecho que tampoco será la última. Si tuviese
que describir los síntomas más relevantes los diseñaría en un
escenario completamente en blanco con un punto negro en el centro.
Situada en el centro de ese punto divisando un universo de nada, un
infinito espacio en blanco carente de actividad, de color,sin sonido
ni aromas: una inmensidad donde la única referencia de mi
existencia es ese diminuto punto negro que se sostiene para
sostenerme ,evitando mi definitiva caída hacia la nada.
Mi naturaleza me exige más
de lo que me da. Mi carácter es fuerte pero vulnerable, se
distorsiona cuando los elementos se niegan a colaborar en el
crecimiento,con el poder que me otorga el entendimiento. Quiero
atravesar los límites de la paranoia, deshacerme de todo lo
inculcado,erradicar toda semilla plantada durante la ausencia de mis
misma ,mientras esperaba el germen de la sabiduría.
Un universo en blanco
ausente de colores y dinamismo. Un enorme lienzo invalido y yermo , a
la espera de mi vuelta, de mi potencial encarcelado, de mis delirios
de ser vivo y latente desvirgando sentimientos vírgenes.
Pero todo subyace en el
invernadero aparatosamente camuflado bajo toneladas de espeso
estiércol, terreno abonado por experiencias fofas y desgarbadas,
sedimentos fósiles que tal vez nunca vean la luz del sol,ni aborten
fetos mal engendrados.
Es un tiempo de espera
desesperante; un tiempo sin matices ni líneas. Completamente blanco.
Tengo un refugio,
construido a base de mis propios despojos. En el suelo cobijarme en
tiempos de nada, escondida de mi misma, sonriendo bobamente a todo
aquel que me mira con extrañeza porque no me ve: un refugio para
esconderme cuando me apetece ser de nadie, cuando las horas me
devoran con ansiedad carnívora.
A LA ESPERA- óleo- THERESSA |
Puede parecer un tanto
dramático este desespero, para todo aquel que nunca se ha sentido
vacío, para quien no ha sentido nunca la ausencia de si mismo, ni
conoce la plenitud inquietante de la creatividad.
Me anima el silencio que
entre la niebla me alerta de un mundo más allá del blanco. Me
mantiene en el formol conservador dentro de un tubo de ensayo, como
cuando era un feto sujeta al cordón que me alimentaba y nada sabía
del exterior que me esperaba.
Escribo, porque las letras
supuran desde esa caverna del intelecto que se resiste a la parálisis
total.
Cuando escribo ensucio el
blanco con el vómito expresivo de aquello que sienta mal y que se
debe expulsar. A la vez digiero, adiestrando al cuerpo a ser
contenedor de vacíos y repletos.
Es un tiempo opaco sin
opción a nada. Tiempo de sentencia por infringir las leyes de la
espontaneidad, por engendrar forzudamente estados ingrávidos
flotando en el espacio sin apenas saber volar.
Estoy vacía.
1 comentario:
Hola Teresa: T'intueixo, massa trista i mes decaiguda que d'altres vegades. si m'equivoco molt millor però sinó digues,si hi ha quelcom que pugui fer o dir.
Molta salut.
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